Felices fiestas. Feliz navidad. Feliz año. Felices reyes.
Todo son comilonas, fiestas y regalos. Y que se pare el mundo porque cambiamos
de año. Los comercios cierran antes para que todo el mundo pueda ir a sus casas
a preparar el cenorrio del día 31 y oh, grandes trabajadores españoles, la
jornada laboral se reduce unas horas (que pena que no puedan ser más porque las
fiestas hayan caído en fin de semana) y los afortunados reciben un par de días
libres para poder ir a casa. Nada nada, a olvidarse de hacer vida normal del 23
de diciembre al 6 de enero. Ni los históricos monasterios de importantes
pueblos pueden visitarse porque han cogido vacaciones como los escolares. Atiborrémonos
mientras podamos. El pavo en navidad, el cordero en nochevieja y el roscón en
reyes.
Y mientras cambia el gobierno-así es menos duro-, se
proponen los recortes, las subidas de impuestos y el paro aumenta.
Pero oye, la Gran Vía intransitable, las colas de las
tiendas quilométricas y los restaurantes a rebosar. Eso sí, las luces de Madrid
este año brillan por su ausencia.
Ah, y grandes fechas estas para pasar con la familia, “porque
claro, es que es imposible juntarnos todos en otro momento…”
Como molan las navidades… (Pero, ¿Qué narices pasa en este país?)
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